Pueblos indígenas y religiosidad en México frente a la pandemia por COVID-19

From Firenze University Press Journal: Comparative Cultural Studies-European and Latin American Perspectives

University of Florence
3 min readApr 29, 2021

Jorge Valtierra Zamudio, Universidad La Salle

Lorena Córdova-Hernández, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca

En México, los pueblos indígenas (PI) son considerados como el sector social más excluido y discriminado. Éstos ascienden a 27.5 millones; es decir, el 21.5% de la población (IWGIA, 2019).4 La pandemia por SARS-CoV-2, además del impacto en la salud de la sociedad mexicana, visibilizó su condición de desigualdad social y con ello la amenaza a su condición y permanencia sociocultural, ya de por sí vulnerable. Desde la ciencias sociales y humanidades, los PI remiten a un pasado de dominio, transculturación e imposición ideológica y religiosa que explica parte de su situación actual.Sin embargo, Dussel (1998) advierte que el entramado simbólico entre el cristianismo y las religiones prehispánicas originaron el catolicismo latinoamericano, y esta síntesis nutre el carácter religioso de los PI.

Para los PI, la religión tiene una función primordial, pues es la forma en que resuelven o se protegen de adversidades como desastres, enfermedades, desempleo, etc., lo cual se ve en los altares que configuran con efigies, afiches, veladoras u otros elementos con la imagen de la Virgen de Guadalupe, San Judas Tadeo y otros personajes taumatúrgicos a quienes se encomiendan.En los rituales y prácticas religiosas de los PI de México hay elementos que no son de origen cristiano. Es común encomendarse a una entidad divina para obtener una buena cosecha, como en el caso de los tojolabales que rezan al Padre Eterno, que es tanto Dios (católico), como el “rayo” asociado a la lluvia y la protección de su cosecha (Ruz, 1982). Otros ejemplos son las fiestas patronales, el k’in santo (día de muertos) o el t a’a n k’o y (car-naval) que, además de su función de protección mantiene viva la memoria y reafirma la religiosidad e identidad tojolabal como pilar de su estructura social. La pandemia por COVID-19 ha modificado muchas dinámicas sociales y religiosas.

Muchos de los repertorios y rituales religiosos (festividades, peregrinaciones y rezos colectivos) presentan de suyo características contrarias a las medidas de distancia sanitaria, Empeora el escenario si se considera la participación de gente que proviene de otras localidades, lo que favorece la propagación del virus.Al respecto, las asociaciones religiosas en México, (evangélicos, pentecostales, católicos, etc.), se alinearon a las disposiciones sanitarias de las autoridades de salud mexicanas, cerraron templos y cancelaron celebraciones, aún con alguna reticencia al principio por parte de algunas iglesias (Corpus, 2020). Entre agosto y septiembre de 2020 en algunos estados con una fase epidemiológica en naranja y una disminución de contagios, se tomó a decisión de mantener cerrados algunos templos o abrir otros con algunas medidas pre-ventivas — separación de asientos, disposición de gel antibacterial, sanitización del recinto y uso de mascarillas — . Pero muchos rituales (misas, alabanzas, etc.) aún se realizan de forma remota a través de plataformas como Facebook Live, Zoom, entre otros. En los PI, el problema de estas alternativas son:

  1. Falta de acceso a dispositivos y, en muchos casos, servicio de internet.
  2. Poca adaptación, según el grupo generacional, a las formas de transmisión de ceremonias y días festivos.
  3. Imposibilidad de llevar a cabo fiestas religiosas so pena de contagio; la ausencia del sacerdote o pastor y, sobre todo, la restricción para entrar a las comunidades para evi-tar contagios.
  4. Ausencia de derrama económica que, en condiciones normales, se daba con las ferias y vendimias características en estas fiestas.

Como puede observarse, el efecto de la pandemia por COVID-19, tiene una naturaleza variada que afecta en diferentes puntos a los PI, pero también a los organismos eclesiásticos. La pregunta no sólo es cómo resolver esta situación, sino ¿cómo se han organizado, tanto comunidades indígenas como los organismos eclesiásticos, para continuar con la actividad religiosa que es un factor que forma parte de la estructura sociocultural de los PI?Este artículo analiza las formas de organización de dos PI en el sur de México para enfrentar la pandemia por COVID-19. En particular, la manera en que han modificado o adaptado sus tradiciones religiosas ante una situación de emergencia sanitaria, lo que alude a ser la comunidad la que determina y administra sus prácticas religiosas.

DOI: https://doi.org/10.36253/ccselap-12762

Read Full Text: https://oajournals.fupress.net/index.php/ccselap/article/view/12762

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